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viernes, 29 de abril de 2011

LA VIOLENCIA, UN FLAGELO MUNDIAL

Indiscutiblemente que la Violencia es un flagelo que azota a todos los países del mundo y en todos los estratos sociales.   
     Salmo 140, 2 – 6. “Líbrame, Señor, del hombre malvado, cuídame de los hombres violentos, que planean trampas en su corazón, a diario provocan discordias. Afilan la lengua como serpientes, con veneno de víboras tras los labios.
     Defiéndeme, Señor, de la mano perversa, guárdame de los hombres violentos que planean hacerme caer: los soberbios me tienden lazos, los villanos extienden una red, me ponen trampas al borde del sendero”.
     Sabiduría 14, 23 – 26. En efecto, practican ritos en los que matan a niños, o celebran cultos misteriosos, o realizan locas orgías de extraño ritual, ya no conservan pura ni la vida ni el matrimonio, sino que unos a otros se acechan para eliminarse o se humillan con el adulterio.
      En todas partes reina la confusión: sangre y crimen, robo y engaño, corrupción, infidelidad, revueltas y falsos juramentos, confusión en los valores, olvido de la gratitud, contaminación de las almas, perversiones sexuales, desórdenes matrimoniales, adulterio e inmoralidad. Palabra de Dios. Te alabamos Señor.

      ORACION.- Señor Jesús, que en estos momentos que vive la humanidad, vuelves a sufrir por nuestros pecados, esa pasión dolorosa, y a recorrer nuevamente el camino del Calvario, llevando la Cruz a cuestas hasta ser crucificado. En esta Semana Santa, que acabamos de vivir, quiero ofrecerte esta Plegaria, arrodillada al pie de la Cruz, con mi corazón contrito y humillado, sintiendo la vergüenza de no poder detener tanta violencia que a diario se vive en nuestro país y en el mundo entero.
      Santísima Virgen María, enciende con la Llama de Amor de tu Corazón Inmaculado, todos los corazones del mundo, especialmente el de aquellos que no conocen a tu divino Hijo Jesús, y no te conocen a Ti, por lo tanto no te aman, y se privan del Amor y la ternura de una Madre tan maravillosa como Tú. Divino Jesús, ante cuyo nombre toda rodilla se dobla en los cielos y en la tierra, ayúdanos a no quedarnos muertos al pecado, sino que resucitemos Contigo y vivamos así una  existencia digna, plena de Amor, Perdón y Conversión. Amén.

     Señores padres de familia, yo les invito a que se sienten un momento, lean detenidamente este segmento y mediten un poco en lo siguiente:
¿Que tipo de hogar tienen? ¿Qué clase de vida llevan? ¿Cuántos hijos tienen?
¿Cómo están las relaciones con tu cónyuge y con tus hijos?
     Esas preguntas se las dejo de tarea, para que juntos las analicen. Ahora bien, generalmente, ¿donde comienza la violencia?. Desdichadamente ésta comienza en el hogar y en la mayoría de los casos el violento es el padre.
¿Porqué? Sencillamente porque el hombre no está educado para enfrentar los problemas de la vida y cuando algo le sale mal, se desahoga con los hijos o con su cónyuge.
     Pero, pensemos porque salen mal las cosas, porque nosotros confiamos en nuestras propias fuerzas, y se nos olvida que hay un Creador, un Dios, un Redentor, un Salvador, y que sin El no somos nada. Es como si todos     hubiéramos escuchado a la serpiente decirnos que al comer del árbol prohibido, seremos como dioses, en otras palabras el enemigo está ganando la batalla, y el triunfo más grande de Satanás es hacernos creer que el no existe.
     Cambiemos nuestras costumbres, pidamos sabiduría al único que nos la puede dar. Ya no sigamos por ese sendero ancho aparentemente lleno de vida, si, pero de una vida falsa, llena de placeres, vicios y todo tipo de pecados que nos alejan cada vez más de Dios.
     Aprendamos a aceptar nuestros errores, nuestros hijos saben que no somos perfectos, que nuestra prioridad sea nuestra familia, no se compliquen la vida, queriendo buscar el amor en personas equivocadas, mejor gánense el amor y el respeto de sus hijos y de su cónyuge, no maltraten jamás ni a su cónyuge ni a sus hijos, edúquelos y corríjalos con amor, y tanto su hogar como el mundo se volverá algo bello y digno de vivir.    
     Que Dios bendiga nuestros hogares, y nos de Sabiduría para hacer de nuestra Familia un SANTUARIO DEL AMOR.
           Auramelia Rodríguez de Urrutia,  El Salvador, Abril 2011.