Al pueblo salvadoreño en el Día del
Trabajo.
NUNCA SE HABIA DESVALORIZADO TANTO EL HOMBRE COMO
AHORA
Cuando yo era estudiante, tenía un profesor con el cual muchas veces
hablábamos en el colegio sobre los valores, él me decía un día, el problema es
que todos los hombres se venden, unos son más baratos, otros más caros, pero
todos tienen un precio.
Yo tengo un concepto muy alto de la honestidad, y para mi es vergonzoso
que un hombre le ponga precio a su criterio, a su persona, y por eso yo le
alegaba que eso no podía ser así, que un hombre honesto era incapaz de
venderse. Pero él me alegaba, no Aura, todo es cuestión de llegarle a su
precio.
La verdad es que ahora yo estoy completamente decepcionada,
especialmente con la clase política, por la forma irresponsable con que se
están manejando los gobiernos en muchos países. La pobreza material es grande,
pero es más grande la pobreza espiritual, la pobreza de valores, y ¿como hemos
llegado hasta ahí? Muy sencillo, empobreciendo y minimizando la educación,
contaminándola con ideas erróneas que sólo han llevado a algunos estudiantes a
convertirse en profesionales mediocres, con una idea equivocada de la
supervivencia, o sea con la idea de escalar posiciones al costo que sea, aunque
esto sea algo que los lleve a estar bien hoy, vivir solo el presente, ignorando
el futuro, que puede cobrar una factura demasiado cara, ya que luego, pagan los
hijos y muchos más por aquello que como fue mal habido, así como llegó así se
fue.
Invito especialmente al pueblo salvadoreño, a que luchemos por una
educación con verdaderos valores. Especialmente les pido que nos quitemos de la
mente la idea de que “todo aquel que llega a un cargo público debe de
aprovechar y enriquecerse y que el que no lo hace es un tonto”. Está bien que esto
lo diga una persona ignorante, pero personas preparadas y con una trayectoria
de respeto, es triste que tengan este concepto del servidor público. Nuestra
Constitución Política dice que los funcionarios públicos son nombrados para
servir al pueblo.
Yo les recomendaría a los señores diputados de la Honorable Asamblea
Legislativa, que promulguen una ley que les prohíba a ellos, cambiarse de
camiseta una vez hallan sido electos y que voten por convicción y no por
imposición, ya que cuando uno tiene la razón, no necesita ni gritar ni comprar
voluntades y que si lo que quieren es luchar por el pueblo, como lo proclaman
cuando andan pidiendo los votos, tienen
que cambiar el rumbo equivocado que ahora llevan todas las leyes que sólo han
traído caos y pobreza al pueblo.
Que Dios bendiga a los señores gobernantes y el Divino Salvador del Mundo proteja a su
pueblo.
Auramelia Rodríguez de Urrutia. Escritora Salvadoreña.
San Salvador, 1º. De Mayo 2012.